El concepto de esta fragancia es que estás paseando por la playa y, cuando sube la marea, el cielo se oscurece y empiezan a caer las primeras gotas de lluvia, te refugias en una heladería cercana. Yo iría un paso más allá: se trata de una heladería costera de Innsmouth, y tienes una cita con uno de sus habitantes, un pez. Esto no quiere decir que Sea of Gray sea un olor a pescado, pero hay más de un indicio de oscuridad turbia en la aplicación inicial, y, aunque sólo sea por un momento, te dejas llevar por aromas de arena, hierba de juncia y arbustos achaparrados que dan paso a casas en ruinas y a sus repelentes habitantes, y a una sensación general de inquietud y decadencia. Esta sensación desaparece en cuanto cruzas el umbral y entras en el fresco y luminoso interior del establecimiento de postres helados; el alegre tintineo de las pequeñas cucharas de metal raspando suavemente los vasos de helado y el suave y vainilloso aroma de los fríos y cremosos dulces te adormecen en una sensación de bienestar mientras vislumbras el sol asomando de nuevo entre las nubes, y lo único que queda de tu roce con los turbios secretos marinos de aquella sombría ciudad portuaria es el rocío de sal en tu piel. Tu amante no aparece por ninguna parte.
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hace 11 meses
Sea of Gray, de Solstice Scents fue lanzado en año desconocido. El perfumista detrás de esta creación es Angela St.John. Las notas son Ámbar, Ambergris, Choya Nakh, Frangipani, Sal, Sándalo, Algas marinas, Vainilla.
El concepto de esta fragancia es que estás paseando por la playa y, cuando sube la marea, el cielo se oscurece y empiezan a caer las primeras gotas de lluvia, te refugias en una heladería cercana. Yo iría un paso más allá: se trata de una heladería costera de Innsmouth, y tienes una cita con uno de sus habitantes, un pez. Esto no quiere decir que Sea of Gray sea un olor a pescado, pero hay más de un indicio de oscuridad turbia en la aplicación inicial, y, aunque sólo sea por un momento, te dejas llevar por aromas de arena, hierba de juncia y arbustos achaparrados que dan paso a casas en ruinas y a sus repelentes habitantes, y a una sensación general de inquietud y decadencia. Esta sensación desaparece en cuanto cruzas el umbral y entras en el fresco y luminoso interior del establecimiento de postres helados; el alegre tintineo de las pequeñas cucharas de metal raspando suavemente los vasos de helado y el suave y vainilloso aroma de los fríos y cremosos dulces te adormecen en una sensación de bienestar mientras vislumbras el sol asomando de nuevo entre las nubes, y lo único que queda de tu roce con los turbios secretos marinos de aquella sombría ciudad portuaria es el rocío de sal en tu piel. Tu amante no aparece por ninguna parte.