Poison, de Dior fue lanzado en 1985. El perfumista detrás de esta creación es Edouard Fléchier and Maurice Roger. Tiene las notas de salida de Anís, Palisandro de Brasil, Cilantro, Frutas del bosque, and Ciruela, notas de corazón de Clavel, Canela, Miel, Incienso, Jazmín, Opoponax, Azahar, Rosa, and Tuberosa, and notas de fondo de Ámbar, Madera de cedro, Heliotropo, Almizcle, Sándalo, Vainilla, and Vetiver.
Seductor, peligroso, venenoso, sensual... todo se queda corto para describir Poison, le grand monstre que salió de la casa Christian Dior en 1985, causando conmoción e incredulidad entre los inocentes transeúntes. Un inocente frasco con forma de manzana que contenía un peligroso elixir. ¿Cómo podía ser? Pero ahí estaba, a la vista de todos, el éxito de la década, el éxito de ventas, lo que todo el mundo intentaría imitar. Ninguno lo consiguió. Poison edt, reseña basada en frascos de 1985 a 1992. Poison, por encima de todos los extremos, la sensualidad, la mordacidad, tenía que ver con la diversión. Sí, era profundo y narcótico, carnal, misterioso... pero nunca se tomaba a sí mismo demasiado en serio. Al menos el edt. Poderoso como un bulldozer, se podía oler desde la vuelta a la manzana. Las alfombras de los ochenta aún conservan rastros de ella, y los ascensores impregnados de Poison aún tienen un tono púrpura en sus espejos, un zarcillo de humo de la diversión que estaba por venir. Aún se oyen las risas de los afortunados usuarios. Y el lamento de los que lo odiaban. Ciruelas estofadas, bayas rojas, azules y negras, una pizca de cilantro, mucha miel y se consigue una apertura infernal. Como un cóctel afrutado; demasiado dulce para saber que te llega a la cabeza. Las flores, por otro lado, están todas pasadas de moda, goteando carnalidad. Tuberosa, jazmín, azahar, damascones en abundancia con su tonalidad de vino entre rosa y violetas. Concentrados hasta el extremo, los mejores absolutos para acompañar esta fiesta loca, que contaba con la cálida compañía de la canela, el opoponax, el ámbar, la vainilla, el sándalo, además de un gorila de castóreo en la puerta para mantener las cosas en el lado salvaje llamado Hulk. Poison era una noche de fiesta hecha perfume. Tan adictivo que permanecía en la piel hasta el día siguiente, cuando te rociabas un poco más para poder afrontar el día siguiente. Llevar Poison tenía que ser por amor, porque una vez en la piel se quedaba ahí. A veces durante toda la semana. El veneno lo usaba todo el mundo y en todas partes, y es la razón principal por la que estaba prohibido en los restaurantes y era repudiado por muchos. Encima, ¡se llevaba con desenfreno! Parece que demasiado de algo bueno no es tan bueno. Desgraciadamente, hace años que me perdí aquella época y, aunque mis botellas huelen perfectamente, los ambientes que me rodean no son los mismos. Uno tiene que arreglárselas con lo que tiene, pero llevando Poison y oliéndolo hasta que te lo quitas, todo parece mejor, ¡aunque no me reciban con grandes peinados, vestidos de lamé, trajes de poder o miradas al entrar en los restaurantes! Para bien o para mal, a Poison, esta pequeña obra maestra de 1985, no le ha ido bien. Internet sigue lleno de botellas producidas en serie para la eternidad, y es mejor comprar una de esas que lo que se vende actualmente con ese nombre; si quieres experimentar la verdadera Poison, necesitas la auténtica, no la impostora. Al fin y al cabo, ¿a quién no le sientan bien los espejos morados de los ascensores? Y si cierras los ojos, ¡todavía puedes olerlo!