Nemo fue una fragancia que nunca tuve en los años 2000, no porque no me gustara como tal, sino porque mi colección era mucho más pequeña y menos especulativa que ahora, junto con el hecho de que no destaca demasiado. Bueno, eso en retrospectiva, porque las cosas que me gustaban entonces, me encantan ahora en comparación con el lamentable panorama general de los lanzamientos de diseñadores masculinos. No soy una de esas personas que miran constantemente hacia atrás y hablan de lo "vintage". Me gusta mucho el futuro y soy muy optimista al respecto, pero Nemo es uno de esos lanzamientos ordinarios que ahora parecen una obra de genio. Para mí es una versión suave, amaderada y especiada de la lavanda, que me recuerda inmediatamente a Boucheron (por cierto, no miré antes de darme cuenta y cuando lo hice resultó ser el mismo perfumista). Las comparaciones serían Gucci Envy, By D&G, incluso Dreamer (este tipo también hizo el Dreamer original) y también Floris Santal, Moubousin homme, Lalique Equus & Homme, básicamente un montón de cosas de los 90 y principios de los 2000. Tiene un aspecto brumoso de sándalo/cedro con almizcle y una inconfundible nuez moscada suave que lo apuntala y luego un toque de lavanda por encima. Es encantador. Nemo es realmente encantador, dura muy bien y huele muy bien. No es tan exótico como Eden y Lou Lou, ambos muy polarizantes, y luego está el frasco. Lo ames o lo odies, no puedes negar que es un tema de conversación. También es quizá una de las botellas más ergonómicamente satisfactorias, ya que se adapta perfectamente a la mano hasta el punto de que un creacionista la consideraría creada por un diseño inteligente. Nemo es un diseño inteligente hasta el rodamiento de bolas que se suministra por separado en la caja para encajar y activar la compra. Todo un clásico moderno.