White Linen, de Estée Lauder fue lanzado en 1978. El perfumista detrás de esta creación es Sophia Grojsman. Tiene las notas de salida de Aldehídos, Limón, and Melocotón, notas de corazón de Clavel, Jacinto, Iris, Jazmín, Lila, Lirio de los valles, Orquídea, Raíz de Orris, Rosa, Violeta, and Ylang-Ylang, and notas de fondo de Ámbar, Benjuí, Madera de cedro, Miel, Oakmoss, Sándalo, Haba Tonka, and Vetiver.
White Linen es el epítome de lo limpio, fresco, fresco, vigorizante. Chispeante. Puede que no sea mi aldehído favorito (Rive Gauche y Calandre ocupan ese lugar, junto con el vintage N°5) pero es mi punto de referencia como aldehído con las afirmaciones anteriores. El vintage tiene una vena animal oscura que lo atraviesa, y el moderno tiene la misma sensación menos la potencia y el fondo oscuro. Empiezo con la versión moderna, de la que suelo consumir una botella al año. La potencia disminuida requiere una pulverización copiosa, pero con eso se garantiza que dure todo el día en la piel y la ropa. Y no hay otra fragancia que transmita tanta chispa. Es a la vez compleja y sencilla, estratificada pero comprensible. Si cierro los ojos puedo ver y oler el aire puro y fresco de la montaña. Ese aliento limpio, ese frescor que impregna las fosas nasales y abre la nariz. Todo lo demás huele magnificado. A veces me cuesta usarlo en invierno, porque siento como si un punzón me atravesara las venas. Pero aún así lo hago. Y en verano, es el mejor tónico, para la piel y el alma. Los aldehídos mandan aquí, las flores y las notas verdes se pierden en la traducción. Lo que queda es un velo de colores que baila sobre la piel. Verde, amarillo, rosa, morado, blanco. Tonos de aldehído que huelen a todo a la vez, a veces verde y herbáceo, a veces rosado, a veces incluso floral blanco. Siempre percibo una corriente subterránea de musgo y, cuando llega a su largo secado, una cálida bondad ambarina que calienta ligeramente el alma. No diría que me recuerda a la ropa blanca colgada al sol, ya que eso implicaría una fragancia más cálida. Me recuerda a la sensación de salir de la playa con el bañador mojado y tumbarte al sol. El contraste del calor golpeando tu piel fría y las gotas evaporándose. Es un aroma de emociones. La cosecha; la primera versión es decididamente más cremosa y empolvada. Los aldehídos son tan potentes como siempre, pero permanecen como nota de fondo durante un par de horas. Las flores florecen y el lado musgoso cubre todo el paisaje. La civeta y la miel proyectan una pátina ligeramente magullada de calidez y sensualidad y el secado ambarino resulta algo picante y sexy. Va de fresco a caliente y de efervescente a chisporroteante. Más sucio pero limpio. Sillage y longevidad. 6/8 para el moderno y 9/9 para el vintage. Consejo: una pulverización de una fragancia con mucho almizcle y luego White Linen moderno encima le añade una dimensión perdida y lo acerca al original sin dejar de respetar su frescor marmóreo.