
El vinagre captura una esencia única y ácida que recuerda a los huertos bañados por el sol y a las cocinas rústicas. Su perfil nítido y crujiente añade un giro inesperado a las fragancias, evocando un espíritu culinario audaz. Combina a la perfección una ligera acidez con matices terrosos, vigorizando los sentidos.