Así que esta composición, predominantemente huele a incienso y benjuí para mí. No de la manera que podrías pensar, dulcemente aguda, sino terrosa y ‘eclesiástica’, como algo del tipo de Avignon... tampoco es un ‘ámbar’ como tal, de hecho está a un mundo de distancia de eso. Esto no es afilado en absoluto, pero creo que si estás familiarizado con este tipo de materiales resinosos, reconocerás esta firma no atípica. El resto es casi una crema de manos cremosa, con un vetiver nuez, con un excelente efecto ligeramente ahumado en capas. En muchos sentidos, esto se siente indie y grumoso, no muy refinado, sin embargo, su complejidad y naturalismo prominente en sus materiales hacen que me guste inherentemente. Estoy mórbidamente interesado en sus facetas y se lleva realmente bien, pero está lejos de ser un perfume bonito o elegante. Noté que se aplica como una especie de película de grasa en mi piel, lo cual no me gusta, pero en general es mejor que cualquier cosa que pudiera hacer, aunque aún recuerda mis propios tropiezos ingenuos en la perfumería.
Es una obra de arte. La base de hierba santa proporciona un almizcle único que se seca a la perfección. Las especias llegan con fuerza y se percibe su aroma durante todo el día.
Esta fragancia tiene un carácter místico y es perfecta para el invierno, ya que desprende una calidez que me hace sonreír.
El frasco es precioso y está pintado a mano por la propietaria. Las tres fragancias de Vallense son estupendas, pero ésta es fantástica.