Creo que debo ser la única a la que Rien no le da la sobredosis de cuero. Me parece una fragancia fría. Metálica. Si alguien me dijera que esto se llama Secretions Magnifiques, probablemente le creería. Incienso como en la iglesia ortodoxa en invierno, después de una noche de fuertes lluvias. Cucharas metálicas que sirven el vino de la comunión, candelabros de hierro. Una vela apagada por la brisa de las puertas que se abren. Delante de mí, una mujer mayor de Europa del Este, que lleva una imitación de Chanel N°5. Me pica la nariz, pero me acerco porque quiero volver a olerlo. Se apagan las luces. La fuerte lluvia debe de haber afectado al suministro eléctrico. En la oscuridad, luz del exterior. Y en la esquina de la puerta, un chico joven con chaqueta de cuero está fumando, asomándose por la puerta de paneles de cristal. Cierro los ojos y huelo las flores que venden a la entrada del cementerio. Esto es Rien. Para mí. Lo que no experimento en la iglesia de mi sueño pero puedo oler en la vida real y de algún modo me ancla a mi sueño (¿era un sueño?) es un fondo animal. Vuelvo a cerrar los ojos. Me acerco a la puerta entreabierta y el joven lleva Kouros. Los abro y percibo sus últimos restos de sillage en mi habitación. 9/10. Sillage y longevidad de aquí a la eternidad.
¡Esto no es de la vieja escuela, esto es ANTIGUO! Julio César lo llevaba cuando visitaba los burdeles un sábado por la noche.

Creo que debo ser la única a la que Rien no le da la sobredosis de cuero. Me parece una fragancia fría. Metálica. Si alguien me dijera que se llama Secretions Magnifiques, probablemente le creería.
Incienso como en iglesia ortodoxa en invierno, después de una noche de fuertes lluvias. Cucharas metálicas que sirven el vino de la comunión, candelabros de hierro. Una vela apagada por la brisa de las puertas que se abren. Delante de mí, una mujer mayor de Europa del Este, que lleva una imitación de Chanel N°5. Me pica la nariz, pero me acerco porque quiero volver a olerlo. Se apagan las luces. La fuerte lluvia debe de haber afectado al suministro eléctrico. En la oscuridad, luz del exterior. Y en la esquina de la puerta, un chico joven con chaqueta de cuero está fumando, asomándose por la puerta de paneles de cristal. Cierro los ojos y huelo las flores que venden junto a la entrada del cementerio.
Esto es Rien. Para mí. Lo que no experimento en la iglesia de mi sueño pero puedo oler en la vida real y de algún modo me ancla a mi sueño (¿era un sueño?) es un fondo animal. Vuelvo a cerrar los ojos. Me acerco a la puerta entreabierta y el joven lleva Kouros. Las abro y percibo sus últimos restos de sillage en mi habitación.
9/10. Sillage y longevidad de aquí a la eternidad.