Hay algo en la continua colaboración de Quentin Bisch con Marc Antoine Barrois que sigue proporcionando perfumes elevados por encima de las normas de la industria, y Tilia no es una excepción. Con un diseño bastante lineal, el sexto perfume de la marca es pura felicidad embotellada. Sí, los detractores podrían sugerir que Tilia es uno más en una línea de lanzamientos en los que el perfumista está arando un campo ya arado, que es Bisch volviendo a su viejo libro de trucos. Y, en realidad, se trata de la fórmula bien empleada de los centelleos astrales. Nadie pretende que un nuevo Chypre en el mercado sea una forma barata de sacar provecho del éxito de Chypres anteriores, al menos hoy en día. Y yo diría que Bisch ha conseguido crear una especie de género propio, "El Bisch". Tal vez en el futuro, los historiadores del perfume hablen de la "Bischidad". Curiosamente, puede que el mejor "Bisch" ni siquiera esté firmado por él. En cualquier caso, dejando a un lado las similitudes, Tilia es mucho más brillante, soleado y alegre que los cinco anteriores. Es potente y duradero, como todos sus trabajos para la marca. Estalla con la más solar de las flores y un néctar confitero, opiáceo. No es un néctar normal, sino el de los dioses: meloso, dulce y aéreo. Hay una onza de polvo aldehídico y se siente un poco como lino limpio al secarse sobre la piel, sin embargo no se deje engañar. No se trata de un olor a detergente normal, sino de L'eau Papier o 312 St Honore. Aquí huele a ropa recién lavada, lavada en la lavandería del cielo por el mismísimo Apolo y dejada a secar en el tendedero junto a los tilos. Es un lanzamiento impresionante y perfectamente sincronizado con los cambios estacionales que ponen en juego el lado más veraniego de la perfumería. Disfrútalo. Sígueme en las redes sociales: @TheScentiest